PECADOS La ataba con cadenas en el sótano. Como a una perra. Ahí la dejaba, horas eternas de hambre y sed. La espiaba desde arriba de la escalera. La miraba retorcerse de carencia. Bajaba dos veces por día. Le daba agua con un trapo mojado. La cortaba con su navaja, lamía su sangre y el sudor de su piel. La miraba y apretaba sus labios …