Moda

LA MODA: UN GRAN TELON STARRING BY DANIELA URZI POR FENCE FIERCE

En el acto primero de Platónov de Chejov, Ana está sentada en el piano inclinando la cabeza sobre las teclas, entonces Triletski entra y al verla le pregunta: “¿Qué?”.

 

Ana levanta la cabeza y le contesta “– Nada… que estoy aburrida–“  y continúa diciendo “¿Qué hacer? No sé…”  Y le pide a Triletski que le tome el pulso pero Triletski le contesta “- No, no le tomo el pulso… quiero dar un beso –“,  y le besa la mano “¿Jugamos al ajedrez?” -“Juguemos” – le contesta Ana – y sólo después mira el reloj. Son las doce y cuarto… seguramente nuestros invitados tienen hambre…

 

Si su techo fueran dos extremos de una cuestión a la hora de agitar un problema con el fin de desear hallar el azar de los hallazgos, el aparato sismológico de su mundo no se conformaría con esperar  temporada tras temporada, continuas entre sí a su propio impulso.

Mide su fuerza y continúa hacia esa dirección.

Alienta cambios, alternativas, una oportunidad para carretear ambulante.

Dispone de tal velocidad que incluso promete a la luna la inmensidad.

¿Su estado de pensamiento? El estilo.

¿Su rostro? Su templo.

¿Dónde habita? En su alma.

 

Si es cierto que las fuerzas vibrantes de la vida parecen proyectarnos a un sinfín de aventuras, verifiquemos en la práctica la validez de las ideas.

 

De una belleza ornamental profunda, la moda tiene mucho de arquitectura porque trata con todo aquello que está más allá del cálculo. Es verídica, irrefutable, engañosa, y se constituye eterna porque es esencial para lo que es útil, y por lo tanto perenne.

 

De la regla a la excepción. En rediente, pura. Contra el cielo.

Vamos de nuevo y también te abrazo – quiero pensar que eso diría Petrovski a Ana – entonando – La Voz – de la Voz.

Su relato dice mucho más de su lenguaje y yo me asombro.

Su naturalidad no es lo primitivo. Su fuente primigenia es la sofisticación de su interior tomando protagonismo

en el espacio circundante.

 

Duelo de invictos. Palmeras salvajes. Punto y aparte.

En su cuartel, todas las respuestas.

Es un estrépito en el aire donde la roca aplasta a las tijeras, pero las tijeras cortan al papel y el papel cubre la roca.

 

Si es cierto que para tocar la nada hay que perderse de las bases objetivas, sus rascacielos ocuparían el noventa y cinco por ciento del cielo.

¿Puntos cardinales? La generosa fuerza de su imaginación.

Las dársenas de su puerto, siempre obstinadas pero no carentes de poesía.

Más que cualquiera y con el deseo de que nos sobreviva, la aventura de su complejidad responde al desafío que constituye su éxito.

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